Danby MJ50 User Manual Page 359

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que mandaban los rabinos, pero estaba consciente de que algo le faltaba.
Admiraba grandemente a Jesús, y había pensado seriamente en la posibilidad de
446 hacerse discípulo de él (DTG 477). En Luc. 10: 25 aparece una pregunta
similar formulada por un intérprete de la ley.
17.
¿Por qué me llamas bueno?
Al parecer, la forma en la cual el joven se dirigió a Jesús era inusitada (cf.
Juan 3: 2). En la literatura rabínica no hay registro de que se llamara
"bueno" a un "rabino". Por el contrario, en la Mishnah, Dios es "el bueno y el
hacedor del bien" (Berakoth 9. 2). Puesto que el joven tenía una buena
posición y al parecer gozaba de la confianza de su pueblo (ver com. Mat. 19:
16), podría decirse que no llamó "Maestro bueno" a Jesús por ignorancia o
descuido. Era obvio que tenía alguna razón para hacerlo, y Jesús buscó que el
joven dijera públicamente esa razón. Cuando Jesús dijo que sólo Dios era
bueno, estaba procurando ayudar al joven a comprender claramente el significado
de su saludo. Jesús reconoció la sinceridad y el discernimiento del joven, y
quiso fortalecer su fe haciéndole presentar una declaración aun más clara de su
parecer.
Ninguno hay bueno sino uno.
La bondad suprema es característica exclusiva de Dios (Exo. 34: 7; Sal. 27: 13;
31: 19; 52: 1; Rom. 2: 4; etc.). Jesús no negó su divinidad, como podría
parecer en primera instancia, sino más bien la aclaró e hizo resaltar el pleno
significado de la afirmación del joven.
Entrar en la vida.
Esto equivale a entrar en "el reino de los cielos" (cf. cap. 5: 20). En vista
de que Jesús incluye tanto la vida presente como la venidera en sus comentarios
sobre las recompensas del discipulado (Mat. 19: 29; Mar. 10: 30; Luc. 18: 30),
podría ser apropiado suponer que aquí se habla tanto del reino de la gracia
como del reino de la gloria.
Los mandamientos.
Gr. entol', "precepto", "orden", "comisión", "mandato" (ver com. Sal. 19:8).
Los mandamientos son los requerimientos específicos e individuales que la ley
(Gr. nómos; cf. com. Sal. 19: 7; Prov. 3: 1) ordena a los hombres. Es la
voluntad de Dios que el hombre refleje el carácter divino, y ese carácter puede
resumirse en la palabra "amor" (1 Juan 4: 7-12). Al reflejar el carácter, o
sea el amor de Dios, le amaremos sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como
a nosotros mismos (ver com. Mat. 22: 37, 39). Si preguntamos cómo hemos de
expresar nuestro amor a Dios y a nuestros prójimos, encontraremos la respuesta
dada por Dios en los Diez Mandamientos (Exo. 20: 3-17), los cuales fueron
explicados y ensalzados por Cristo (ver com. Isa. 42: 21) en el Sermón del
Monte (Mat. 5: 17-48). Todas las leyes civiles de Moisés en el AT y las
instrucciones de Cristo y de los apóstoles en el NT, explican los
requerimientos divinos expuestos en los Diez Mandamientos y los aplican a los
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