Danby MJ50 User Manual Page 63

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Gr. peirázÇ, "tratar" (Hech. 9: 26), "intentar" (Hech. 16: 7; 24: 6), "probar"
(Juan 6: 6; 2 Cor. 13: 5) con un propósito bueno, y "probar" o "tentar" (Mat.
19: 3; Luc. 11: 16), con un propósito malo, sobre todo con el de hacer pecar a
una persona (1 Cor. 7: 5; 1 Tes. 3: 5; Sant. 1: 13). Aquí se emplea el verbo
peirázÇ con este último sentido.
Jesús no provocó la tentación, ni tampoco se colocó a sabiendas en el terreno
hechizado del diablo. Se retiró al desierto para estar solo con su Padre y para
meditar en la misión que tenía por delante.
Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana, y con ella la posibilidad de ceder al
pecado (DTG 91-92). Se permitió que arrostrara "los peligros de la vida en
común con toda alma humana", que peleara "la batalla como la debe pelear cada
hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida
eterna" (DTG 33). Sólo así podría decirse "que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4: 15). Por otra parte, si, como
algunos lo afirman, Jesús, siendo divino, no podía ser tentado, su tentación
habría sido una farsa. Por medio de su naturaleza humana experimentó la
tentación (cf. DTG 636-637). Si la forma en que experimentó la tentación
hubiera sido en algo menos difícil que la nuestra, "él no podría socorrernos"
(DTG 92). Ver la Nota Adicional de Juan 1; com. Luc. 2: 40, 52; Juan 1: 14;
Heb. 4:15; Material Suplementario de EGW con referencia a Mat. 4: 1-11; Rom. 5:
12-19.
Tenemos un representante ante el Padre que puede "compadecerse de nuestras
debilidades" porque "fue tentado en todo según nuestra semejanza". Por eso se
nos invita a acercarnos "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4: 15-16). Jesús
sabe por experiencia propia lo que la humanidad puede soportar, y ha prometido
moderar el poder del tentador de acuerdo con la fortaleza de cada uno de
nosotros, a fin "de poderla resistir con éxito" (1 Cor. 10: 13, BJ). Dentro de
cada corazón humano se repite el gran conflicto que Cristo debió soportar en el
desierto de la tentación. Sin pruebas -sin la oportunidad de elegir entre
hacer lo bueno y hacer lo malo- no puede desarrollarse el carácter. La fuerza
para resistir a la tentación se desarrolla resistiendo a la tentación.
El diablo.
Gr. diábolos, del verbo diabállÇ, que literalmente significa "tirar a través
de", pero que se emplea con el sentido de "acusar" con malas intenciones, ya
sea falsa o justamente, o "calumniar". La palabra diábolos es empleada en la
LXX para traducir la palabra hebrea Ñatan, "adversario" (ver com. Zac. 3: 1).
Cuando se emplea la palabra diábolos para referirse a Satanás, suele usarse con
artículo definido (1 Ped. 5:8 constituye una excepción). Sin artículo, la
palabra diábolos se refiere a personas (Juan 6:70; 1 Tim. 3: 11; 2 Tim. 3: 3;
Tito 2: 3).
Hay quienes afirman que no hay un diablo personal, pero las palabras diábolos,
"calumniador" o "acusador", y Ñatan, "adversario", se basan en el concepto del
diablo como un ser personal. Cristo vio "a Satanás caer del cielo como un
rayo" (Luc. 10: 18). Sólo un ser personal podría haber desempeñado el papel
del diablo en el relato de la tentación (Mat. 4: 1, 5, 8, 11), y podría
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