Danby MJ50 User Manual Page 514

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Según Juan 18: 10, era Pedro. Mateo, Marcos y Lucas no lo designan por
nombre, quizá porque escribieron mientras Pedro aún vivía. Tal vez tenían el
propósito de evitarle el bochorno - en presencia de todos los que pudieran leer
el relato - de que se le recordara esa precipitada acción. Lo menciona Juan,
que escribió muchos años después de la muerte de Pedro.
Sacó su espada.
Pedro había interpretado mal las palabras de Jesús, y pensó que el Maestro
quería que los discípulos emplearan armas para defenderse (cf. Luc. 22: 38).
El erróneo celo que Pedro manifestó en esta ocasión sirve de advertencia para
los testigos de Dios de hoy, a fin de que no procedan drásticamente y sin
pensar apoyando lo que, en el momento, les parezca que es en favor del reino de
los cielos.
Un siervo.
Juan, que conocía personalmente al sumo sacerdote (Juan 18: 15), identifica
como Malco al siervo (vers. 10). Posiblemente Malco fue uno de los que le
"echaron mano" a Jesús (Mat. 26: 50).516
Le quitó la oreja.
Es probable que Pedro hubiera tenido la intención de decapitarlo. Quizá una
mano invisible desvió el golpe. Sólo Lucas registra la milagrosa restauración
de la oreja cortada (ver com. Luc. 22: 51).
52.
Vuelve tu espada.
Estas palabras de Jesús dejan bien en claro que su declaración anterior (Luc.
22: 36) no debía comprenderse como una autorización para usar la fuerza en
defensa del reino de Dios. Durante su juicio, Jesús dijo: "Si mi reino fuera
de este mundo, mis servidores pelearían" (Juan 18: 36). Sólo cuando los
cristianos erróneamente piensan que el reino de Cristo pertenece a este mundo,
recurren a la fuerza para defender lo que consideran que son los intereses de
ese reino. Los dirigentes de los judíos podrían haber interpretado fácilmente
que el acto arrebatado de Pedro demostraba que Jesús y sus discípulos eran una
banda de peligrosos revolucionarios, y esa acusación podría haberse empleado
como una prueba válida de que Jesús merecía ser ajusticiado. Pero hasta donde
se sepa, nada se dijo acerca de este desafortunado episodio. De no haber
ocurrido la inmediata y milagrosa curación, podría haber sido diferente la
historia.
Los que tomen espada.
Quienes recurran a la fuerza, tarde o temprano podrán encontrarse a merced de
hombres crueles y despiadados. Además, puesto que el cielo no aprueba el uso de
la fuerza, quienes declaran ser siervos de Dios no pueden esperar su protección
y ayuda mientras están violando los principios celestiales. El poder del
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