Danby MJ50 User Manual Page 45

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Es evidente que los judíos que acudían a Juan en el desierto comprendían el
significado de ese rito y lo consideraban como un 291 procedimiento apropiado.
Aun los representantes del sanedrín que fueron enviados para interrogar a Juan
no pusieron en tela de juicio el rito del bautismo en sí, sino sólo la
autoridad de Juan para realizarlo (Juan 1: 19-28).
En todo el NT se ve que el bautismo cristiano es sencillamente un símbolo y que
no infunde gracia divina. A menos que una persona crea en Jesucristo (Hech. 8:
37; cf. Rom. 10: 9) y se arrepienta del pecado (Hech. 2: 38; cf. cap. 19: 18),
el bautismo de nada le puede servir. En otras palabras, no hay poder salvador
en el rito mismo, aparte de la fe en el corazón del que recibe el rito. Por
éstas y otras consideraciones, queda en claro que el bautismo de los párvulos
no tiene sentido en lo que concierne a la salvación del niño. El bautismo sólo
puede ser significativo cuando el niño tiene edad suficiente como para entender
la salvación, la fe y el arrepentimiento.
Los judíos reconocían la validez del bautismo para los prosélitos, o sea, los
gentiles que se habían convertido al judaísmo. El que Juan lo exigiera de los,
judíos mismos -y aun de sus dirigentes religiosos- era lo más notable de su
bautismo. Además, consideraba que su bautismo sólo preparaba para el bautismo
que había de ser administrado por Cristo (Mat. 3: 11). A menos que los judíos
aceptaran el bautismo de Juan y el bautismo subsiguiente del Espíritu Santo por
medio de Jesucristo, no eran mejores que los paganos. El que fueran
descendientes de Abrahán de nada les serviría (Mat. 3: 9; cf. Juan 8: 33, 39,
53; Rom. 11: 21; Gál. 3: 7, 29; Sant. 2: 21; etc.).
Confesando.-
Cuando confesamos, Dios perdona (1 Juan 1: 9). Juan el Bautista odiaba
intensamente toda clase de pecado e impiedad. Dios nunca envía mensajes que
halaguen al pecador; eso sería fatal para la vida eterna. Una de las evidencias
de la reforma genuina es el sincero arrepentimiento del pecado y el apartarse
de él. Del mismo modo, una de las evidencias de que un mensaje en realidad
procede de Dios es que en su presentación señale el pecado y llame al
arrepentimiento y a la confesión. Así ocurrió con los profetas de antaño (ver
Isa. 1: 1-20; 58: 1; etc.), así sucedió en tiempos del NT (Mat. 3: 7; 23:
13-33; Apoc. 2: 5; 3: 15-18), y así también ocurre hoy (1JT 329). El bautismo
de Juan era un "bautismo de arrepentimiento" (Mar. 1: 4). Esa era su
característica más notable. Eran los pecados de Israel que estaban a la raíz
de todos sus males, tanto individuales, como nacionales (Isa. 59: 1-2; Jer. 5:
25; etc.). Procuraban en vano librarse de esas calamidades. Anhelaban la
liberación y rogaban a Dios que los librara del yugo romano, pero la mayor
parte de ellos no comprendían que el pecado debía ser quitado del campamento
antes de que Dios pudiera trabajar en favor de ellos (ver t. IV, pp 32-35).
7.
Fariseos.-
En las pp. 53-54 se presenta una descripción de los saduceos y fariseos.
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