Danby MJ50 User Manual Page 438

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Zacarías que, según las Escrituras, murió de esta manera (DTG 571). No se dice
nada de que Zacarías hijo de Berequías (Zac. 1: 1) hubiera muerto en forma
violenta. Lo mismo podría decirse de "Zacarías, hijo de Berequías" de Isa. 8:
2. Es posible que Jesús no haya identificado a Zacarías como "hijo de
Berequías", pero que estas palabras hayan sido añadidas por algún escriba
posterior, quien, al escribir, estaba pensando en el profeta Zacarías o en el
Zacarías de Isa. 8: 2, y en este sentido hay escasa evidencia textual. Por
otra parte, cabe señalar que en el pasaje paralelo de Luc. 11: 51, Zacarías no
aparece como hijo de Berequías sino en unos pocos antiguos manuscritos.
El templo.
Gr. naós, "santuario", o "altar" y no hierón, "templo", que comprende los
atrios y los edificios adyacentes al "santuario" (cap. 21: 23). Por lo
general, sólo los sacerdotes tenían acceso al atrio interior del templo, donde
se encontraba el altar del sacrificio, y el hecho de que Zacarías estuviera
"entre el templo y el altar" sugeriría que ejercía el sacerdocio cuando murió
como mártir. Si los atrios del templo de Salomón eran como los del templo de
Herodes, los asesinos de Zacarías a menos que hubieran sido sacerdotes o
levitas no habrían tenido el derecho de entrar en este atrio.
36.
De cierto.
Ver com. cap. 5: 18.
Todo esto.
Es decir, la culminación de la conducta impía resumida en los vers. 34-35. La
copa de la iniquidad de la nación judía estaba a punto de colmarse (ver com.
vers. 32).
Esta generación.
Jesús claramente se refiere aquí a la generación que vivía en ese momento, es
decir, sus contemporáneos judíos. En el siguiente capítulo especifica el hecho
al cual aquí sólo alude: la destrucción de Jerusalén y del templo por los
ejércitos romanos en el año 70 d. C. (Mat. 24: 15-20; cf. Luc. 21: 20-24;
también cf. Mat. 24: 34; Luc. 11: 50).
37.
¡Jerusalén!
Cf. Luc. 13: 34. En Jerusalén se centraban todas las esperanzas de Israel
como nación. La ciudad era el símbolo del orgullo y de la fuerza de la nación.
Con referencia al papel de Jerusalén en el plan de Dios, ver t. IV pp. 28-32.
Matas a los profetas.
Ver com. vers. 34.
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