que Aquel que había de venir como Mesías había existido antes de su
encarnación. Como "Señor" de David, el Mesías no era otro sino el Hijo de
Dios; como "hijo" de David, el Mesías era el Hijo del hombre (ver com. cap. 1:
1). Evidentemente, los dirigentes judíos no estaban preparados para responder
a esta pregunta por causa de sus conceptos erróneos acerca del Mesías (ver com.
Luc. 4: 19). Ellos no podían contestar legítimamente la pregunta sin admitir
que Jesús de Nazaret era el Mesías, el Hijo de Dios. Por lo tanto, al formular
esta pregunta, Jesús puso a los fariseos y escribas frente a frente con la
esencia medular de su misión en la tierra. Si le hubiesen dado una respuesta
sincera e inteligente, sin duda hubieran sido inducidos a reconocer el
mesianismo de Jesús.
46.
Nadie le podía.
Los dirigentes judíos descubrieron que no tenía sentido hacerle más preguntas
a Jesús, porque cada vez que le presentaban un dilema, Jesús demostraba que
eran ignorantes de las Escrituras e incompetentes para ser los dirigentes
espirituales del pueblo. Al menos en un caso más, Jesús presentó a los judíos
una pregunta que los puso en aprietos (cf. cap. 21: 23-27). Cada vez que
procuraban confundir a Jesús, ellos salían perdiendo.
1-4 CS 481; PVGM 249- 260
4, 7 PVGM 249
8- 13 PVGM 250
9 2JT 386; MB 77, 82, 257
11 CS 481; 1JT 506; 6T 296
11-12 TM 186
11-13 PVGM 249; 5T 509
12 PVGM 257
13 2T 242
14 2T 294; 5T 50
15-46 DTG 553-561
21 CMC 272; 1JT 362; 3T 120
22 DTG 554
23 DTG 555; HAp 64
24-30 DTG 557
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