Danby MJ50 User Manual Page 197

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Con frecuencia, aquellos cuyas vidas testifican del poder de Cristo y de la
verdad del Evangelio son objeto de odio, pero deben cuidarse de no pagar con la
misma moneda. Todos los que viven piadosamente, pueden esperar persecución
Juan 16: 33; 2 Tim. 3: 12) pues los impíos se resienten ante la tácita
condenación de sus malas prácticas debido a la vida piadosa de los
representantes de Cristo (1 Juan 3: 12). Aquellos cuyas vidas no armonizan con
los principios que saben que son correctos suelen evitar relacionarse con las
personas correctas.
Por causa de mi nombre.
Ver com. vers. 18.
El que persevere hasta el fin.
Es evidente que el que abandona una carrera antes de alcanzar la meta, nunca
puede esperar recibir el premio. Es necesario comenzar la carrera y también
permanecer, en ella si se la ha de ganar. No basta comenzar la carrera
cristiana, debemos permanecer en ella "hasta el día de Jesucristo" (Fil.1: 6).
Debemos afirmar el rostro (Luc. 9: 51) para finalizar la carrera que Dios nos
ha señalado, así como lo hizo Jesús, "autor y consumador de la fe" (Heb. 12:
2).
23.
Os persigan.
Ver com. cap. 5: 10-12.
Huid.
En ciertas circunstancias, huir demuestra cobardía; otras veces indica
prudencia (cf. com. vers. 16). Lo que determina si es cobardía o prudencia es
el resultado final para el reino de los cielos, no la conveniencia personal ni
lo que la gente pueda pensar. Cuando el trabajo en algún lugar no da
resultados, los embajadores del reino bien pueden ir prestamente a otro sitio
con la esperanza de que allí encontrarán a alguien que esté dispuesto a
escuchar.
El sufrir persecución como un medio de ganar méritos para ir al cielo no tiene
valor en sí. En su propio ministerio, Cristo demostró repetidas veces el
principio que aquí expuso a los doce, y presentó ilustraciones que muestran las
circunstancias en que debe aplicarse ese principio. Cuando fue rechazado por
el sanedrín después de haber sanado el paralítico en Betesda, se fue a Galilea
(ver com. cap. 4: 12) y en ocasiones posteriores se fue de Nazaret a Capernaúm
(ver com. Luc. 4: 30-31), de Galilea a Fenicia (ver com. Mat. 15: 21), de
Magdala a Cesarea de Filipo (cap. 16: 1-13), y de Judea a Efraín (Juan 11:
53-54). Cuando los cristianos de Jerusalén fueron perseguidos después del
apedreamiento de Esteban, se esparcieron en todas direcciones, "anunciando el
evangelio" (Hech. 8: 1-4).
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