Danby MJ50 User Manual Page 174

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Cubrían.
La barca se estaba llenando de agua con tal rapidez que los discípulos
perdieron la esperanza de poder achicar el agua y salvar la embarcación. Varios
de los discípulos eran expertos pescadores que habían pasado buena parte de su
vida en el mar de Galilea y sabían dirigir una barca en una tormenta. Pero en
esta ocasión, toda su habilidad y su experiencia no les bastaron.
El dormía.
Sólo aquí se registra que Jesús durmió. Vencido por la fatiga y el hambre al
final de un día cansador (DTG 300-301), Cristo sin duda se durmió
inmediatamente (ver com. Mat. 8: 18; Mar. 4: 38).
25.
Le despertaron.
Según El Deseado de todas las gentes (p. 301), los discípulos llamaron a Jesús
dos veces en la oscuridad, pero su voz se perdió ahogada por el ruido de la
tormenta. Entonces un relámpago les hizo ver que Jesús todavía dormía, por lo
cual vinieron sus discípulos "y le despertaron" (Luc. 8: 24). Asombrados de
que pudiera dormir a pesar de la furia del vendaval, y atónitos por lo que les
parecía que era una falta de preocupación de Jesús por sus desesperados
esfuerzos para salvar la barca y sus propias vidas, se dirigieron a él con tono
de reproche: "¿No tienes cuidado que perecemos?" (Mar. 4: 38).
¡Sálvanos, que perecemos!
El imperativo griego denota urgencia: "Sálvanos en seguida; estamos a punto de
perecer". Bien podría ser éste el clamor del que es acosado por las tormentas
de la tentación. Algunos meses más tarde, Pedro habría de clamar con terror,
"Señor, sálvame" (cap. 14: 30). Evidentemente ya había olvidado cómo Cristo
había salvado a todos en esta ocasión anterior.
26.
Hombres de poca fe.
Aunque los discípulos habían visto muchas maravillosas evidencias del poder
divino, parecería que hasta este momento Jesús no había manifestado su dominio
sobre las fuerzas de la naturaleza, y posiblemente no se les había ocurrido que
pudiera hacerlo.
Grande bonanza.
La tormenta se calmó en forma tan súbita como había estallado. Sin duda el
silencio de la naturaleza fue tan notable e impresionante como lo había sido la
inesperada furia de vientos y olas.
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