Danby MJ50 User Manual Page 144

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Buscad primeramente
Cf. Luc. 12: 31. El gran propósito de la existencia de los hombres es que
"busquen a Dios, si en alguna manera... puedan hallarle" (Hech. 17:27). La
mayor parte de los seres humanos están afanados trabajando por "la comida que
perece" (Juan 6: 27), por el agua de la cual volverán a tener sed (Juan 4: 13).
La mayoría de las personas gasta su "dinero en lo que no es pan" y su "trabajo
en lo que no sacia" (Isa. 55: 2). Con demasiada frecuencia tendemos a hacer de
las cosas materiales el principal propósito de nuestra vida, con la vana
esperanza de que Dios será indulgente con nosotros, y que al final de nuestra
existencia, añadirá la eternidad al breve plazo de setenta años. Cristo quiere
que demos a las cosas más importantes el primer lugar y nos asegura que las
cosas de menor importancia y menor valor serán dadas a cada uno de acuerdo con
su necesidad.
El reino de Dios.
Ver com. cap. 3: 2; 5: 13; 6: 10.
Os serán añadidas.
No puede existir seguridad aparte de Dios y de la ciudadanía de su reino. El
mejor remedio para la preocupación es la confianza en Dios. Si hacemos
fielmente la parte que nos toca, si damos al reino del cielo el primer lugar en
nuestros pensamientos y en nuestras vidas, Dios nos cuidará mientras dure
nuestra existencia. Con misericordiosa ternura ungirá nuestra cabeza con
aceite (ver com. vers. 17) y la copa de nuestra vida rebosará de bienes (Sal.
23: 6).
34.
No os afanéis.
Ver com. vers. 25. Los cristianos pueden vivir libres de ansiedad aun en medio
de las circunstancias más difíciles, plenamente confiados en que Aquel que
"bien lo ha hecho todo" (Mar. 7: 37) hará que todas las cosas les ayuden "a
bien" (Rom. 8: 28). Aunque nosotros no sabemos "qué dará de sí el día" (Prov.
27: 1), Dios sabe muy bien lo que ocurrirá el día de mañana. Nuestro Padre,
que conoce el futuro, nos insta a confiar en su cuidado permanente y a no
afanarnos por supuestos problemas y perplejidades. Cuando llegue el día de
mañana, los problemas que habíamos temido encontrar, con frecuencia resultarán
haber sido totalmente imaginarios. Muchísimas personas están obsesionadas, sin
necesidad, por el fantasma del día de mañana.
Los cristianos siempre deberían recordar que Dios no concede ayuda para llevar
las cargas del día de mañana mientras ese día no llegue. Tienen el privilegio
de aprender diariamente la verdad de lo que Cristo le dijo a Pablo: "Bástate mi
gracia" (2 Cor. 12: 9; cf. cap. 4: 16). 343
Basta a cada día.
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