Danby MJ50 User Manual Page 100

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estaban sentados, se veían muchas aldeas y ciudades en los cerros vecinos (DMJ
36).
15.
Luz.
Mejor, "lámpara" (BJ). Gr. lujnós. Las antiguas lámparas consistían en un
recipiente de arcilla o de metal, muchas veces en forma de platillo. La mecha
flotaba en el aceite y la parte encendida descansaba en el borde del plato o
salía por un orificio especial. En Mar. 4: 21 y Luc. 8: 16; 11: 33 aparece
también este artefacto común.
Un almud.
Gr. módios, medida para áridos de aproximadamente 8,75 lt. Con frecuencia se
usaba para guardar harina. Comúnmente se hacía este recipiente de barro cocido.
Como nación, los judíos estaban ocultando efectivamente su luz (cf. Isa. 60:
1) bajo "un almud". Jesús destacó que la luz que les había sido encomendada
pertenecía a todos los hombres (ver t. IV, pp. 30-32).
Candelero.
Gr. lujnía. En las casas humildes el candelero era por lo general un soporte
de barro cocido; en otros casos, se ponía la lámpara sobre un estante en la
pared o en el poste central de piedra o de madera, que servía para sostener el
techo (Exo. 25: 31; Heb. 9: 2; Apoc. 1: 12; 11: 4; etc.).
Alumbra a todos.
Todos los miembros de una familia pueden aprovechar la luz si se la coloca en
su debido lugar, en el candelero. Del mismo modo, Dios deseaba que toda la
familia humana se beneficiara con la luz de la verdad que Dios había confiado a
los descendientes de Abrahán (Gén. 12: 3; Deut. 4: 6; Isa. 60: 1-3; etc.; ver
t. IV, pp. 30-32). Comparar esto con la "lámpara" usada para hallar la moneda
perdida (ver com. Luc. 15: 8).
16.
Así alumbre.
La luz de la verdad proviene del cielo (Juan 1: 4), pero cuando ilumina
nuestras vidas, se convierte en nuestra luz (Isa. 60: 1-3; Efe. 5: 14). Los
doce, tan recientemente designados, fueron los primeros portaluces cristianos.
La eficacia con que los discípulos llegaron a reflejar la luz de la verdad y el
amor de Dios se hizo evidente aun para sus más acerbos enemigos, quienes
"reconocían que habían estado con Jesús" (Hech. 4: 13). Jesús era quien había
diseminado la luz del cielo por el mundo (Juan 1: 4). Los dirigentes judíos no
podrían haber expresado un mayor elogio a los discípulos, ni 322 haberles
brindado un reconocimiento mayor de la eficacia de la misión de Cristo. El
encendió una luz en el corazón de los hombres que nunca se habría de extinguir.
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